La litografía es un procedimiento de impresión existente desde finales del siglo XVIII que hoy en día prácticamente no se usa a no ser que sea para obtener o duplicar obras artísticas. Se basa en el desvío recíproco entre sustancias hidrofílicas e hidrofóbicas, lo que significa que el agua rechaza o acepta las tintas grasas. Las partes que imprimen y las que no lo hacen se encuentran en el mismo nivel, por eso las matrices litográficas se llaman también planográficas.
Para la litografía se utiliza una piedra caliza pulimentada sobre la que se dibuja la imagen que se va a imprimir de forma invertida. Esto se hace con una materia grasa con un lápiz o un pincel. Cuando la piedra está humedecida, la tinta de impresión se queda retenida en las zonas que previamente se han dibujado y para cada color se utiliza una piedra distinta, con lo que el papel deberá pasar por la prensa de imprimir tantas veces como colores tenga la impresión.
Las obras que se imprimen con esta técnica también son llamadas litografías, al igual que el taller o imprenta en donde se realizan todo este tipo de trabajos. Cuando comenzaron a aparecer estas rotativas, se empezó también a utilizar láminas flexibles de zinc, aluminio o plástico, todas ellas en sustitución de las pesadas piedras litográficas. Al aparecer también la fotomecánica, las planchas dejaron de ser dibujadas a mano ya que la sensibilidad de esta técnica permite realizar reproducciones exactas como si de una fotografía se tratara.
Muchas empresas se siguen poniendo el nombre de "Litografía..." cuando en realidad no lo son, pero es un "apellido" que perdurará siempre.