Gracias a las investigaciones que se están realizando para desarrollar aún más esta tecnología, la industria aeronáutica, la automovilística, la medicina y, en definitiva, todos los sectores en los que las impresiones 3D son ya una realidad relativamente cotidiana están de enhorabuena.
La principal novedad que presenta la impresión en 4D es el tipo de material que se emplea para obtener los objetos en 3D. La idea es que éstos puedan evolucionar por sí mismos hasta crear estructuras complejas que se adapten al entorno y se apliquen en todo tipo de sectores.
Así, un equipo de investigadores de las universidades de Illinois y Pittsburg y de la SEAS Harvard trabajan ya en el desarrollo de una nueva generación de materiales puedan llegar a adaptar sus propiedades y su comportamiento a diferentes estímulos externos.
Por ello, se han centrado en investigar la manipulación a escala micro y nanométrica, con el objetivo de que los materiales experimenten diversas transformaciones en sus estructuras dentro de la escala macrométrica y en un periodo de tiempo determinado.
De hecho, las bases de la impresión 4D se asientan sobre la precisión que aporta la impresión tridimensional en materiales estructurados de manera jerárquica, la capacidad que se espera alcanzar para sintetizar componentes estímulo-adaptativos y, por supuesto, la posibilidad de predecir el comportamiento del nuevo sistema a lo largo del tiempo.
Es decir, este hecho supone dar un paso más en la impresión 3D para crear objetos con materiales con compuestos biomimétricos que, tras recibir determinados estímulos, puedan reprogramar sus propiedades, su forma o la función para la que han sido creados.
Algo que permitiría, por ejemplo, la creación de tejidos que modificarían su color tras recibir un tipo de luz concreta, materiales que incrementarían su resistencia en respuesta a una fuerza externa o superficies que regularían su permeabilidad según la humedad del entorno.